"Como el jardinero mas meticuloso
que cuida de su vergel, las tiernas yemas,
limpia la tierra de rastrojos,
para que crezcan bellas".
Así escribía el poeta en sus líneas,
llenas de fantasía a veces,
otras, con vivencias dulces,
también historias tristes y duras,
que hacían brotar a los ojos,
surcos de lágrimas saladas,
como manantiales,
que irrigaban los rostros.
Llegaban a su jardín
bellas y hermosas flores
y algún que otro clavel,
que susurraban un sin fin,
de letras tiernas,
sinceras, que le embriagaban,
de olores penetrantes
y seductores.
Y así, injertando líneas de amor,
las iba cultivando hasta su floración.
Cuando llegó la estación
de la caída de las hojas,
las arrojó del parterre
sin compasión.
Ellas le suplicaban con el talle,
esbelto aún,
el porqué de su rechazo
y el jardinero curtido,
que veía el trasegar constante
de su hermoso valle,
les decía:
"Ya pasó tu tiempo de rosas
ahora debo dedicarme a otras,
para que llenen los surcos de mi inspiración,
y los renglones de mis cuartillas".
Esencia ©
15/11/2014
Poema muy profundo en unos versos que te van llevando de la mano por el relato.
ResponderEliminarUn abrazo en la noche.
Gracias Rafael, por verlo así y por tu ayuda en la presentación de estos susurros a gritos.
ResponderEliminarAbrazos y besos, amigo.
Un verso precioso para reflexionar.
ResponderEliminarBellas imagenes lo acompañan.
un beso
Es una realidad, como la vida misma, gracias maduixeta.
ResponderEliminarUn beso