...Arrancó suavemente,
tras el silbido que anunciaba la salida,
sus ojos no daban crédito, se iba...
Su mirada buscaba por el anden,
al que había dado la orden de partida,
para que leyera sus ojos,
que decían:
¡¡para el tren!!.
Aquella enorme máquina, humeaba
como la chimenea de casa, y su silbido
la encandilaba cuando le llevaba
a esas montañas y lagos...
Ahora le parecía malvada, despiadada,
la conducía lejos de los que mas amaba,
su tierra sus gentes.
De nada servían sus súplicas para regresar,
entonces optó, por empujar
el asiento de madera en sentido contrario,
de la dirección que llevaba el tren,
era tanto su deseo de volver...
Sabía que cerrando los ojos y
apretando sus labios fuertemente,
conseguiría que ese tren, retrocediera.
Pero no fue posible,
el tren proseguía y parecía que nada lo detenía.
Sin escuchar las palabras cariñosas
que le decían, abrazos, besos, caricias
para calmar tanto dolor.
Trataba de pensar, como podía detener ese tren.
Que la transportaba a la ciudad de las luces,
donde el mar bañaba,
a un ritmo acompasado y constante.
Continuará...
Esencia ©
23/01/2015
Pues me quedo pendiente de la continuación... (Sonrío)
ResponderEliminarUn abrazo.
Esperando la continuación...... me tienes es ascuas!
ResponderEliminarprecioso texto lleno de sentimiento.
una lluvia de besos
Gracias por dejar vuestra huella, ;)
ResponderEliminarAbrazos