...El cansancio, finalmente la superó,
su diminuto cuerpo, no tenía
la suficiente fortaleza para aguantar
tanta presión emocional, cayó rendida
en brazos de Morfeo.
Con suaves caricias y besos
la despertaron, abrió sus ojos y sonrió,
mientras le decían que habían llegado
y que le esperaban días preciosos.
Le gustaba la ciudad de la luz,
ese brillar del alumbrado
que jugaba con sus guiños constantes,
la tenía embobada, le
transportaba a un mundo mágico.
Esos animales salvajes, que nunca
había visto tan cerca,
sabía que solo vivían en la selva
y ahora estaban a pocos metros de ella,
los observaba con recelo.
Esa montaña mágica, plena de atracciones,
¡¡un campo lleno de cacharros!!
como volar en un avión de juguete,
¡¡volaba de verdad!!.
El vaivén de las aguas saladas, llegaban
con ritmo, a la arena de la playa,
inmediatamente después
de besarle los pies, se alejaban.
Era una ciudad, grande, inmensa,
como un dulce...
que no tiene fin...
No obstante, a pesar de todos sus atractivos,
prefería regresar a sus campos, donde
correteaba como una gacela...
gustaba del sabor de las flores silvestres...
y en los días de lluvia...la empapaba.
Pero...
Su destino ya estaba escrito y decidido,
la ciudad de la luz, era el lugar elegido
para que la vieran crecer.
Esencia ©